miércoles, 23 de junio de 2010

ilusos

Te sentás como un idiota a esperar que todo cambie, que suene el teléfono y escuches su voz, que vibre tu celular y sean sus palabras. Esperás que te perdone sin saber que una vez que te equivocás, el error ya no te pertenece, y no sirve disculparse por algo que ya no podés controlar.
Esperás y esperás por algo que ya sabés cómo termina porque ya lo viviste, porque nunca nadie se molestó en decirte que de los errores jamás se aprende, que sí se puede tropezar dos veces con la misma piedra porque el camino nunca es el mismo.
Esperás seguir andando y al mirar sobre tu hombro ver lo que conquistaste, pero las batallas no siempre se ganan, y dar marcha atrás no es una opción. Entonces salís de la ruta y esperás a un costado.
Por no tener el valor de aceptar la derrota te convencés que mirar adelante es la salida fácil y que como tal no tenés que tomarla, y a cambio te torturás inútilmente revolviéndote la herida. Si te dieras cuenta que mirando adelante te enfrentás a lo desconocido y que eso es infinitamente más aterrador que ver el paisaje desde afuera, verías que en eso no hay nada de fácil, ni de salida. Por el contrario, es una puerta abierta, un cambio de paradigma, un entorno que crece y que espera que vos hagas lo mismo. Pero tenés miedo, estás lleno de culpa y preferís seguir marchitando tus días a cambio de una respuesta, ahogándote en lágrimas en lugar de nadar, viviendo un rejunte de veces y creyendo que esa es tu vida.

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